Durante un tiempo que un reloj habría catalogado de pocos minutos y otros habrían percibido como una eternidad, un crujido a su espalda desveló la presencia de un invitado.
– Hola Chesire – dijo Katrina, sin siquiera darse la vuelta
– ¡Katrina! ¡Corre, tienes que huir! Están locos, Merlín te dio el conjuro para escapar, ¿verdad? Formúlalo.
– No, Chesire – contestó serena dándose la vuelta
– ¿Por qué no? – dijo él, arrodillándose delante de ella – Por favor, tienes que escapar … si no todos mis esfuerzos …
– Tus esfuerzos me importan una mierda – contestó Katrina, tajante – contigo tenía alguna esperanza, pero ya veo que estás tan metido en esto como los demás.
– ¿Q-q-qué quieres decir? – Chesire se había quedado pálido
– Dime, a Edward Dankworth lo mataste tú, ¿verdad? Por eso desaparecisteis el mismo día.
– N-n-no te entiendo Katrina. ¿Por qué iba yo a matar a Edward? ¡A mí me atacaron! Y tú deberías huir cuanto antes, antes de que …
– Ojalá todo ese fervor que profesas a El Legado y toda la energía que inviertes en convencerme la hubieses utilizado para otra cosa, Chesire. Lo sé todo. Sé que vosotros, El Legado, abristeis un portal aprovechando el Samhain para regenerar vuestros poderes. Sé que cometisteis la atrocidad de sacrificar seres humanos para poder realizar tal conjuro. Y también sé que intentasteis traer a alguien del otro lado. Pero algo salió mal y no pudisteis cerrar el portal. Durante todo este tiempo habéis intentado cerrarlo. De hecho, llegasteis a lanzar un conjuro usando parte de la energía de los magos de la Torre Norte para intentar cerrarlo, total ellos no son de los vuestros, ¿verdad? Por eso ellos están más debilitados. Aquel conjuro fue muy poderoso, tanto que atrajo a la kadabra que hizo la profecía. Una de esas criaturas que tan poco se ven en el mundo de la magia y que se sienten atraídas por la energía de los grandes conjuros. Y ahora, si no cerráis el portal, tarde o temprano os tragará a vosotros y a toda la aldea. Estáis desesperados por romper la «maldición» en la que se ha convertido el portal abierto. Aunque sea a costa de mi vida o de la de otros.
– Impresionante
Chesire se incorporó y su rostro se volvió duro como la piedra. Sin más rastro de las emociones que había expresado previamente que unos surcos de lágrimas que había derramado como parte de su obra dramática.
– Aunque hay un dato que no es del todo correcto … – continuó él – El único que intentó traer a alguien del otro lado cuando abrimos el portal fue Warren, no los demás. El objetivo de El Legado era solamente aumentar nuestro poder. Y Warren seguirá insistiendo mientras el portal esté abierto. Sigue analizando a cada ser que consigue interceptar para ver si es ella. Si no lo es, juega con las criaturas y las deforma antes de dejarlas pasear por la aldea.
– Sigues igual que siempre, en vez de preguntarme cómo lo sé prefieres corregirme y matizar mis datos.
– No me importa cómo lo sabes, ni que hayas sido tan espabilada como para adivinar que Merlín y yo te la estábamos jugando. De un modo u otro, pronunciarás el conjuro y morirás. Pero sí, me importa dejar las cosas claras antes. ¿Por dónde iba?
– Creo, Chesire, que ahora ibas a abrirme los ojos y a contarme que Warren intentaba devolver a la vida al amor de su vida. Es decir, a mi madre.
– Vaya, vaya, veo que estás más informada de lo que esperaba. Para mi fue una sorpresa enterarme que eras hija de Warren. Y eso ocurrió después de que hubieses abandonado Dreamy Hollow.
– Ponerme el apellido de mi padre al revés … es poco original si se quiere mantener en secreto el origen de mi sangre. ¿No crees?
– Puede ser – contestó Chesire con una sonrisa nostálgica – he de confesar que esta charla ha sido agradable Katrina. Pero si te he conducido hasta aquí no es para tener una charla contigo.
– Para lo correcto que aspiras a ser, estás muy equivocado, Chesire. Tú no me has traído hasta aquí, he sido yo quien te ha traído hasta este punto. Ahora estoy lista para pronunciar el conjuro. “Invoca Skelli, patas de quimera, ojos de salamandra y ancas de tritón”
– Pero el conjuro no era así …
Chesire se calló en cuanto vio que un ser se materializaba al lado de Katrina: una kadabra.
– ¿Q-q-q-q-q-q-q-q-q-q-qué? – esta vez el tartamudeo era real
– Te presento a Skelli, mi familiar. El equivalente a tu Merlín, como habrás deducido. Ella es la que pronunció vuestra profecía. Bueno … en realidad MI profecía.
– ¿Q-qué quieres decir Katrina?
– Lo evidente, mi querido Chesire – un pequeño placer vengativo curvó los labios de Katrina en una estremecedora sonrisa – que Skelli no apareció por casualidad. La profecía que os soltó no era más que una trampa para confirmar quiénes estabais en el ajo. Al hablar del “heredero del colibrí” necesariamente pensaríais en mí, la única descendiente de Warren. Pero el resto de las condiciones las teníais que provocar vosotros deliberadamente. Primero, mi abuela tenía que mandarme una carta para atraerme a la aldea. Era previsible que utilizase el argumento de que estaba débil y le quedaba poco tiempo de vida. Eso sí, ¿sin añadir ni una sola advertencia de la maldición a su propia nieta? En cuanto recibí la carta confirmé su implicación en el asunto. Aunque no me sorprendió demasiado. Hace mucho tiempo que soy consciente de que me culpa por la ausencia de su hija, que murió al darme a luz. El amor de una madre compitiendo por el de la abuela. La Reina Roja con el orcat, Warren … . No sé quién de vosotros se encargó de que el niño me llorase encima, pero desde luego tú te encargaste de la parte de la profecía que Warren omitió. Mi Skelli os dijo que la persona con las cuatro características tenía que formular el conjuro de Merlín antes de que su sangre fuese derramada. En cuanto Merlín me dijo que las kadabras no se abrían, sino que se invocaban, te delataste.
– ¿Quieres decir entonces que no eres la solución a la maldición? – Chesire medio tartamudeaba, no por miedo, sino por haber perdido el control de la situación- ¿Y qué haces tú con una kadabra? Ni si quiera los brujos más poderosos tienen una … ¿Y por qué has provocado todo esto entonces?
– Paso a paso. Lo primero, sí que soy la solución a la maldición querido, y a más cosas. Respecto a la kadabra, no soy una bruja al uso, Chesire …
Katrina se movió rápido mientras un conjuro brotaba de sus labios. Una luz envolvió su mano, que atravesó el torso de Chesire.
– Soy una cazadora de brujos como tú – le susurró en el oído mientras se desangraba – de aquellos que jugáis a ser dioses y ponéis en peligro a aldeas enteras. Ahora que os tengo localizados terminaré con El Legado y con la maldición, de modo que los brujos decentes y las personas de Dreamy Hollow puedan vivir en paz.
Para cuando el cuerpo de Chesire tocó el suelo, Katrina y su kadabra habían vuelto a la aldea.